h1

Fuera de Serie.

abril 28, 2010

Por: Daniela Cánovas

5 LUGARES FUERA DE SERIE PARA CENAR

Comer ha dejado de ser la simple y natural necesidad fisiológica que todo ser vivo necesita para subsistir, para convertirse en una aventura que puede llegar a estremecer cada uno de nuestros sentidos. Pareciera que cada año los restaurantes encuentran formas más exóticas de convertir este acto en una experiencia glamorosa, refinada, arriesgada y hasta extraña. Y para que no te quepa duda, te traemos unos cuantos lugarcillos alrededor del mundo donde tener una cena verdaderamente fuera de serie.

Dinner in te Sky

Si no sufres de vértigo y la adrenalina no te indigesta, ten por seguro que este es tu lugar. El servicio de Dinner in the Sky consiste en una mesa para 22 comensales -con mozo, chef y animador o músico incluidos – sobre una plataforma que suben a ¡50 metros de altura! Pero ojo, tal aventura no podría ser nada menos que un lujo, la cena por persona en ese lugar va desde los 8 mil dólares.

Modern Toilet Restaurant

En China, comer en el “trono” está de moda.  Como lo lees, no es broma. Haciendo homenaje a su impactante lema Shit or food?, este restaurant está literalmente decorado como un baño súper fashion: las sillas son wáteres con tapas escarchadas, las paredes tienen losetas, las mesas son tinas, y la comida se sirve en orinales. ¡Provecho!

Ithaa Undersea Restaurant

Ithaa Undersea (Perla bajo el agua) es un exclusivo restaurante ubicado a 5 metros bajo el agua en las Islas Maldivas,  posee el look de un acuario gigante gracias a que tanto sus paredes como el techo son de acrílico transparente. Así que los afortunados 14 comensales que logren una reservación, pueden disfrutar una vista panorámica inigualable de la vida submarina.

Dans Le Noir

¿Alguna vez se te ha ocurrido comer con los ojos vendados? No te preocupes, que en este lugar no lo necesitarás, pues la cena es servida con las luces apagadas. Lo suficientemente oscuro como para  disfrutar “a ciegas” y  dejándote llevar enteramente por los sentidos, deliciosos platos franceses.

Ninja Restaurant

Un pedacito de Japón en medio de Nueva York. Ninja Restaurant está totalmente decorado al estilo de la cultura japonesa. Incluso los chefs y los mozos están vestidos de ninjas. Así que más vale que pagues tu cuenta, no vaya a ser que por vivo te manden a Tokio con una acrobática patada.

LOS DEPORTES MÁS RAROS DEL MUNDO

Estos deportes son aún más raros que quienes los juegan. Pero como “para gustos y colores no han escrito los autores”, mejor te los contamos.

Cuerpo y mente

¿Qué tiene en común un boxeador con un jugador de ajedrez? Muy simple, el Chessboxing. Aunque suene increíble, existe, y cada vez se está volviendo más popular en Europa. Los chessboxers, como se les suele llamar a quienes lo practican, se ubican en un ring donde alternan 2 minutos de boxeo y 4 de ajedrez. Se pueden hacer hasta un total de 12 rounds y un jurado decide quién es el ganador ya sea por KO o por jaque-mate.

Fútbol medieval

El fútbol como  hoy lo conocemos no le llega ni a los talones en agresividad al antiquísimo Calcio Storico Fiorentino, un deporte medieval que Florencia revive cada año. Estos brutales peloteros, sin duda dejan a Beckham y a Ronaldo como dos delicadas bailarinas de ballet, pues los equipos – de 27 jugadores cada uno – deben agarrarse a golpes en pleno campo para meter la pelota en la zona rival. ¡Auch!

¡A brincar se ha dicho!

Existen infinidad de deportes que han sido “trasladados” a la playa, y que hoy vemos con total naturalidad. Sin embargo, esta vez los españoles se llevaron el premio inventando el Bossaball. Un deporte que mezcla elementos de vóley, fútbol y los espectaculares saltos del capoerira, y que se juega en una superficie inflable (sí, como la de los cumpleaños infantiles) con una cama elástica de por medio.

A voz en cuello

El Kabaddi, es el deporte nacional de Bangladesh (Asia) y consiste en dos equipos de 7 personas, cada uno con 5 jugadores en “reserva”.  Los equipos se turnan enviando un jugador al área contraria de la cancha, con el fin de “capturar” jugadores del lado oponente, antes de volver al suyo. Los “capturados” deben salir fuera de la cancha, y el atacante no debe respirar durante el ataque, demostrándolo cantando durante el mismo sin interrupciones.

Chita rocks!

“Sepak Takraw”. No, no es un trabalenguas, sino más bien, lo que para nosotros sería un divertido partido de vóley, pero ¡con los pies! Este deporte está de toda moda en Tailandia, Camboya e Indonesia, y sus ágiles jugadores literalmente tienen que “volar” para que la pelota pase por encima de la red, ¿te animas?

h1

Gadgets & más

abril 28, 2010

Por: Daniela Cánovas

LAS 10 MEJORES APLICACIONES GRATUITAS PARA TU IPHONE

Desde el momento de su lanzamiento hasta el día de hoy, el IPhone ha sido el gadget infaltable de millones en el mundo, y también el más “mimado”, pues sus usuarios, mes a mes, no dejan de descargar nuevas aplicaciones para volver sus adorados aparatos más divertidos de lo que ya son. Es por este motivo que a continuación hacemos una lista de las 10 aplicaciones gratuitas exclusivas para IPhone que todo geek debería descargar:

Skype

Esta aplicación es genial pues permite comunicarte desde tu Iphone (con wifi) a cualquier computadora o IPhone del mundo que también tenga instalado Skype ¡sin gastar un sol!

Bump

Funciona de manera muy sencilla: chocando tu mano en forma de puño con otro usuario que también tenga Bump instalado. Esta aplicación sirve para intercambiar la información almacenada en tu IPhone sin tener que escribirla.

Chorus

Esta aplicación es muy práctica pues te permite encontrar lo mejor para tu IPhone. Funciona como una pequeña red social en la que personas recomiendan y ponen puntajes a las distintas aplicaciones que ya se han descargado.

Mocho VNC

Con Mocho VNC podrás manejar tu computadora, ya sea PC o Mac, como si estuvieras delante de la pantalla pero desde tu celular.

Wifi Finder

Imagínate que estas de viaje y necesitas revistar urgente tu mail del trabajo. Muy fácil, esta aplicación te permite ver que redes wifi hay cerca de donde estés para poder conectarte. Problema resuelto.

Facebook

Descarga Facebook a tu Iphone y manténte conectado, podrás actualizar tu perfil, mandar mensajes, subir fotos, o lo que necesites en cualquier momento que desees, estés donde estés.

Last FM

¿Aburrido de la música que tienes almacenada en tu IPhone? Esta aplicación es genial porque con ella podrás escuchar emisoras radiales online.

New York Times

Lee el diario americano más famoso del mundo desde la comodidad y practicidad de tu IPhone. Esta aplicación además permite leer offline (cuando no hay conexión) habiendo descargado previamente las noticias.

Awesome Note Lite

Awesome Note es una de las mejores aplicaciones del App Store y posee un excelente diseño. Con ella puedes crear listas de cosas por hacer, notas de ideas, crear categorías y mucho más, como para no olvidarte de nada.

Photoshop.com Mobile 

Ahora tus fotos siempre lucirán perfectas pues con esta aplicación podrás “retocar” fácilmente  las fotos que tomes con tu IPhone y luego organizarlas, crear álbumes y compartirlas con el servicio en internet que te da Photoshop.com.

TIERRA DE ROBOTS

Increíble pero cierto. En el 2012 abrirán en Corea del Sur las puertas del primer parque temático de robots. El megaproyecto llamado “Incheon Robot Land”, en el que se invirtió alrededor de 1, 550 millones de euros, consiste en un mundo de fantasía donde las personas se pasearán entre androides que tranquilamente podrían confundirse con otros seres humanos.

El Ambicioso parque espera recibir 2 millones 800 mil curiosos visitantes al año y sus instalaciones poseerán  un salón de exhibición, centros de experiencia y aprendizaje, un centro experimental, tienda de robots, un centro de Investigación robótica, hoteles, restaurantes y residencias.

EL TRÍPODE SOÑADO

Por: Giovanni Rodríguez

Llega un momento en el que todo fotógrafo, profesional o no, tiene la  necesidad de utilizar un trípode.   Tres patas al piso, la cámara sobre la galleta y listo, estabilidad total para nuestras fotos.  Lo curioso es que hace poco salió al mercado un nuevo tipo de trípode,  con  patas flexibles que pueden doblarse en cualquier dirección, capaz de enredarse en postes y árboles,  o  de adaptarse a la agreste superficie de  las piedras más deformes del  Marcahuasi.

Su nombre es Gorillapod.  Sus patas están hechas de esferas,  soporta hasta 5 kilos de peso y, según las necesidades del fotógrafo, viene en distintas presentaciones. Por ejemplo, existe un Gorillapod con  patas magnéticas que puede ser utilizado por  los que tienen cámaras compactas o celulares con cámara, ese trípode puede colocarse  sobre paredes de aluminio, muebles de metal  o autos en movimiento.

Otra de las virtudes de este peculiar trípode es que cuenta con una esfera adicional que le brinda total movilidad a la cámara sin necesidad de reacomodar las patas. Es decir, una herramienta que permite total libertad creativa a los fotógrafos. Si quiere saber más del Gorillapod, ingrese a   http://joby.com/gorillapod.

h1

Por mi gran culpa. «Suéltame Facebook»

abril 28, 2010

Por: Renato Cisneros

Ilustración: Robotv

Tengo un amigo que últimamente anda muy tocado de los nervios. Le he escuchado hablar de sus desventuras sentimentales, de sus líos con amigos, de sus constantes inseguridades, y he llegado a la conclusión de que la culpa de todas sus desgracias la tiene el Facebook (FB).

Por eso, para poner en alerta a otros sujetillos como él, que depositan demasiadas expectativas en lo que esa red social puede ofrecerles, aquí les extiendo un decálogo de las cosas que habría que evitar mientras uno navega en esa página transgresora de libertades que, para mi gusto, solo ha beneficiado a una sola persona: su inventor.

1. No confundas amigos con contactos. A menudo escucho a gente más o menos respetable, más o menos inteligente ufanarse de los cientos de “amigos” que tiene en el FB, porque eso, supongo, los ubica dentro del rango de la gente popular. Según ellos, tener menos de novecientos amiguitos registrados está, vamos, como mal visto. Cuando escucho idioteces como esa, me provoca coger de las orejas a la persona que las dice y, furioso, hacerle unas cuantas preguntas: “¿cuántos de esos cientos de amigotes virtuales crees que acudirán a tu casa a darte un abrazo si mañana se muere tu vieja?; ¿cuántos te prestarían dinero o te contratarían si te quedaras intempestivamente sin trabajo?; ¿cuántos saben dónde vives, cómo se llama tu mamá, qué alergias tienes?”

2. No creas que las chicas que te hacen una “invitación de amistad” lo hacen porque quieren acostarse contigo. Si piensas eso, estás, definitivamente, evacuando lejos del inodoro. Nada más falso. Las chicas del FB te agregan simplemente porque quieren incrementar su número de contactos, o porque están aburridas, o –en el mejor de los casos– porque les caes bien. Solo eso. No te hagas el interesante con una chica que te invita a su FB, porque terminarás haciendo el ridículo. Y no olvides algo: hoy en día, si una chica quiere cachondeo, no te preocupes, te lo hará saber.

3. Si invitaste a una chica y después de tres días no te ha aceptado, no pienses que, tal vez, quizá, no recibió bien el mensaje. Otro yerro garrafal de los desesperaditos megalómanos del FB. Creen que esa chica preciosa que no los admitió a lo largo de 72 horas necesita un recordatorio, una nueva invitación, o un ‘toque’. No son capaces de reconocer que es muy probable que a la chica preciosa no le interese en lo más mínimo compartir absolutamente nada contigo.   

4. No juegues con las aplicaciones más de media hora al día. Menos aún si tienes personalidad ludópata o eres dependiente, porque podrías pegarte con la computadora y luego, sin darte cuenta, te convertirías en un ‘geek’, enfermo, nerd, loco, vicioso, sin remedio. Hasta podrían botarte del trabajo por andar enchufado con el Crazy Combi, con La Granja, o por estar comentando tu propio estado cada ocho minutos, como si en el fondo a alguien le importara.

5. Evita etiquetar fotos feas de los demás. Recuerda que alguien podría pagarte con la misma moneda, y ahí si no te va a gustar. Por mucho que te ‘destagees’ y te hagas el indiferente, esa foto con tu cara torcida, con los dientes salidos, con la mueca monga en el centro de la cara, seguirá colgada y seguirá siendo apreciada por algunos visitantes. De nada servirá que hayas elegido para tu perfil la mejor de tus imágenes, de nada servirá que la  photoshopees para subrayar tu mejor ángulo. Basta con que salgas feo en una sola foto para que seas considerado por las mayorías como uno de los tantos feúcos del FB.

6. No espíes a tu ex. Nada de estar mirando las fotos de tu antigua enamorada. Te corres el riesgo de verla muy feliz junto con su novio nuevo, y eso –si andas solo y desvalido (como mi amigo)– podría, digamos, arderte y avinagrarte el desayuno. En general, no espíes a las chicas que nunca te dieron bola solo por ver si hay fotos de ellas en bikini. Ten cuidado, porque si es verdad que se pueden identificar a las personas que visitan los perfiles con frecuencia, quedarías como un idiota, maniático, ansioso. Y no importa que lo seas: la gente no tiene por qué saberlo.

7. No cuelgues fotos demasiado personales. A no ser que seas un experto en activar los filtros de seguridad de tu perfil, y sepas cómo restringir el acceso a tus amigos más íntimos, no cuelgues fotos de álbum íntimo. Y cuando digo ‘íntimo’ no me refiero a ningún orden sexual, sino a la intimidad más doméstica y personal. Considera que –por el bobo afán acumulativo que remarcábamos en el punto número 1 de este decálogo– uno tiende a aceptar a cualquier extraño como ‘amigo’, y al aceptarlo también, sin querer, dejas que ingrese al centro mismo de tu espacio vital. O sea, ¿por qué un fulano de cuyo nombre no me acuerdo y al que solo he visto tres veces en mi vida (y la tercera fue, de lejos, en una fiesta electrónica hace tres años) tiene que enterarse de cómo salió el cumpleaños de mi abuela Camincha, o de cómo estuvo el reencuentro de mis primos (que son todos unos borrachos sin nombre), o de qué tal me fue haciendo canotaje bajo el cielo con mosquitos de Lunahuaná? Es más, hasta la gente de la oficina, incluido tu jefe, podría ganarse con tu performance en esos menesteres que corresponden al orden de tu estricta privacidad. Y como se sabe, en la privacidad uno nunca está libre de protagonizar alguna que otra cochinada indeseable. 

8. No digas la verdad. No peques de transparente. Ni te las des de sincerito. Por lo menos, no en el FB. Sé consciente de que aquí nadie dice lo que piensa. Únete al juego de la hipocresía. ¿No creerás realmente que los usuarios llenan la casilla del rubro ‘Información’ sin mentir un poquito? Por ejemplo, mucha gente escribe que “busca amistad” porque no se atreve a decir que busca un choque y fuga, una relación fugaz. Con ese mismo principio, la gente diseña su perfil destacando intereses muy convenientes que no le interesan un rábano. Escriben que les fascina el deporte, advierten que son fans de Perú Runners, y te facilitan múltiples enlaces a páginas de todas las maratones del mundo, pero cuando los ves resulta que son unos gordos aplatanados y sedentarios que nunca corren. Ni caminan en el Pentagonito siquiera.

Lo mismo ocurre con las «citas preferidas»: ¿acaso crees que la gente en realidad ha leído todos esos libros? ¿acaso crees que esa es su ideología política? ¿acaso crees que saben qué diablos es ideología? Eso por no mencionar las ingeniosas definiciones que se hacen de categorías como ‘situación sentimental’ o ‘actividades favoritas’. Olvídalo, nada de lo que allí aparece es cien por ciento verdad. Todo está correctamente editado, calculado. Ni qué decir de las delirantes frases que a menudo uno pesca en el recuadro ‘algo acerca de mí’. Eso ya es demasiado. Es el festival de la mentira. Y de la mentira huachafa, para colmo.

9. No adores, no extrañes, no quieras tanto. Recuerda que en el FB todo lo que digas puede ser después utilizado en tu contra. Por eso, evita muestras o excesos de un cariño que no cabe y que, además, es expresada con una cierta onda tetuda. Algunas chicas son expertas en eso. Escriben cosas que, la verdad, asustan. Por ejemplo, es rutinario encontrar debajo de una foto comentarios plumíferos del tipo: “mi Chini, pero qué linda sales. I love you, te extraño, amiga, cuándo nos vemos”. Luego, claro, viene la réplica del otro lado. “Mi Adriii, lo máximo. Eres todo. Tú también estás regia. Sí, hay que vernos”. Después, somos víctimas del contraataque de una tercera: “Amigas, ¡las amo! Hace rato que se impone una reunión ah. No nos vemos desde la despedida de Anto. No me parece”. Cuando menos te das cuenta, ya no estás en el FB, sino en un té de tías que se arañan, que se mandan besos, y que soportan con un alto grado de estoicismo el cruel destino que la vida le había reservado a su amistad: ¡¿cómo es posible, recontra amix, que no nos veamos desde hace 48 horas?! 

10. Prepárate para el fin de los tiempos. No estoy hablando de los cataclismos del 2012, ni de los terremotos o tsunamis que nos esperan. Me refiero más bien al auténtico día del juicio final, que será, obvio, cuando el FB colapse y cierre. No hay simulacro posible para eso. Cuán abandonados se sentirán entonces los usuarios que pasaban media vida interactuando en esa página de colores azules. Imaginar tanta desolación y pesadumbre me da cosa. Qué vendrá después de eso. Cómo se conocerá la gente. ¿Se conocerá? ¿Cómo harás saber a la comunidad “qué estás pensando”? ¿Quién te devolverá tu muro? Demasiadas preguntas, demasiado ejercicio ontológico. Por ahora, estáte listo. El FB podría acabar pronto. Cuídate nomás de que no acabe contigo.

h1

Atractivos Ocultos. «Paris, je t’ aime»

abril 28, 2010

Por Fabiola Noriega

Es conocida como la Ciudad Luz y el apelativo no le queda grande: París es imponente, inmortal y sí, sigue siendo una fiesta. ¿Te atreves a bailar a su ritmo?

A comer pastel

Dicen que mientras el pueblo francés moría de hambre, María Antonieta no tuvo mejor idea que recomendarles que comieran pasteles si no había pan. La infeliz frase fue pronunciada justo antes que la revolución se desatara y, bueno, ya sabemos cómo terminó la impertinente reina. Pero más allá de si esta anécdota es cierta o no, probar la pastelería parisina es una de las experiencias que no debes perderte si visitas esta ciudad. Croissants tan ligeros y crocantes que se deshacen con el roce de los labios, delicados éclaires y madeleines tan gloriosas que guardan en cada bocado el tiempo perdido de Proust. ¿Logramos convencerte? Entonces ve directo a la pastelería Stohrer -abierta al público desde 1730 y calificada como tesoro histórico de Francia-, y pide un puits d’amour caramelizado con relleno de crema a la vainilla. O, mejor aún, un Ali-Babá, el clásico brioche perfumado con vino de Málaga y azafrán. Si no los pruebas, que te corten la cabeza.

 STOHRER PÂTISSIER TRAITEUR

51, Rue Montorgueil, 2ème Arr.

Las Bellezas de Belleville

Terminaba el año 1915, cuando una mujer ítalo-argelina no aguantó más y dio a luz bajo un farol, frente al número 72 de la rue de Belleville. Años más tarde, la niña sería conocida en el mundo con el nombre de Édith Piaf, símbolo parisino indiscutible  y vecina ilustre del 20ème arrondisement. Este popular distrito –hogar de inmigrantes asiáticos y magrebíes en su mayoría- es especialmente interesante por su mercado, en cuyos puestos los quesos normandos y las verduras de la Provenza comparten vitrina con especias orientales, frutas exóticas y mucho más. Si decides pasar por ahí, no te pierdas una de las mejores vistas de la ciudad: desde lo alto de su parque principal no solo podrás disfrutar de la torre Eiffel, sino que podrás hacerlo sin la cantidad inhumana de turistas que alberga el Sacré-Coeur. Si tanta belleza te da hambre, puedes hacer una parada estratégica en alguno de los pequeños restaurantes asiáticos de la zona o si te provoca algo más tradicional, en el Chez Cosette (41, Rue des Envierges), pequeño café con música en vivo.

Coleccionistas de huesos

Si te gusta lo truculento, esto te encantará: más de seis millones de personas yacen bajo el suelo parisino, primorosamente apiladas a lo largo de 300 kilómetros y siete municipios, en lo que se conoce popularmente como las catacumbas de París.

Este enorme cementerio subterráneo –que data del siglo XVIII, cuando los parisinos ya no soportaban la pestilencia de sus antiguos camposantos- tiene tramos que descienden hasta 30 metros y muestra en sus muros una de las caras ocultas de la Ciudad Luz y su historia. Aunque ahora sólo permiten visitar dos kilómetros –la policía descubrió hace unos años que ahí se practicaban rituales satánicos- hay quienes se aventuran más allá y programan recorridos no oficiales por sus intrincados pasadizos, donde no pocos se han perdido.

Si te animas a ir, acá van tres datos: la entrada cuesta 8 euros (pero si tienes entre 14 y 26 años, pagas la mitad), la puerta de ingreso es por la plaza Denfert-Rochereau (conocida antiguamente como la Plaza del Infierno) y ten en cuenta que al final del recorrido, las autoridades catacumberas te revisan hasta el calzoncillo (en caso se te ocurra llevarte una tibia como souvenir).  

LES CATACOMBES DE PARIS

1, Avenue du Colonel Henri Rol-Tanguy (Place Denfert-Rochereau), 14ème arr.

Abierto de martes a domingo, de 10 a.m a 5 p.m

 Shakespeare no ha muerto

Ya sabemos que Notre Dame está repleta de turistas todo el año, pero vamos, uno tiene que conocer esa maravillosa catedral, con sus vitrales y sus gárgolas. Sí, sí, es precioso, pero eso no eso de lo que queríamos hablar: cuando termines de visitar la jato de Quasimodo, cambia de acera y sumérgete en una de las librerías más famosas del mundo, la Shakespeare and Company. 

Esta particular tienda, inaugurada en 1919 y reabierta en su actual local en 1951, es un tesoro para bibliófilos y curiosos por igual. Fue ahí donde el Ulises de Joyce vio la luz, donde la Generación Perdida -Hemingway, Pound, Scott Fitzgerald eran caseritos- tenía su cubil literario y el lugar donde podrás adquirir libros que alguna vez pertenecieron a escritores notables, como Graham Greene o Simone de Beauvoir.

Ubicada en el kilómetro cero de la ciudad y en plena Rive Gauche, esta librería sigue acogiendo a cientos de bohemios, estudiantes y aspirantes plumíferos, quienes pueden pasar la noche en el establecimiento a cambio de “tender su cama al día siguiente, ayudar en la tienda y leer un libro al día”. Cuando vayas, asegúrate de chequear primero su página web, donde encontrarás su agenda de actividades, que incluye talleres literarios gratuitos, conciertos y performances.  

 SHAKESPEARE AND COMPANY

37, rue de la Bûcherie, 5ème arr.

www.shakespeareandcompany.com

París PM

¿Con ganas de divertirte? Acá una depurada selección de bares, cavas y discotecas, donde de seguro la pasarás trés bien. Empecemos por Oberkampf, barrio de moda tomado por los bourgeois bohėmes, mejor conocidos por los parisinos como “BoBos”.

Ahí quedarás sorprendido por la cantidad y variedad de sus locales, como el ya mítico Café Charbon –que hace poco anexó una discoteca- o Le Mecano Bar, donde podrás bailar hasta que cante el gallo. Si no te convence, puedes darte un salto por el Rhum Marin de la rue Saint Maur, bar especializado en rones de las Antillas o por L’Assassin, donde podrás disfrutar de la Delirium Tremens, excelente cerveza a presión.

Si pasas por el Quartier Latin no dejes de ir al Bistrot des Artistes, una cava de inspiración afro-antillana, donde la entrada es gratuita y podrás escuchar música en vivo mientras el simpático Juan te prepara uno de sus ricos –y peligrosos- cocteles. Ya que hablamos de sótanos, una visita a  Le Lavoir Moderne y el Olympic Café del 18éme es siempre recomendable (aunque de noche sea una zona un poco polémica). ¿Una última sugerencia? El caletísima La Vache Bleue, frente al parque de la Villette. Si tienes suerte y lo encuentras abierto, te aseguramos una noche de baile inolvidable al ritmo de las bandas latinas que tocan en vivo.

 CAFÉ CHARBON

109 rue Oberkampf, 11ème arr.

LE MECANO BAR

99 rue Oberkampf, 11ème arr.

HUM MARIN

92 rue Saint Maur, 11ème arr.

 L’ASSASSIN

99 rue Jean Pierre Timbaud, 11ème arr.

BISTROT DES ARTISTES

6, rue des Anglaise, 5ème arr.

LE LAVOIR MODERNE/OLYMPIC CAFÉ

35/20, rue Leon, 18ème arr.

LA VACHE BLEUE

25, quai de l’Oise, 19ème arr.

Y TÚ, ¿QUÉ RECOMIENDAS?

Un lugar muy bello y lleno de historia es Milly-la Foret.  Esta a 50 kilómetros al sur de París y cerca de los bosques de Fontainebleau. Podrán ver castillos medievales y la capilla Saint Blaise (construida en 1136). Este pueblito también es famoso por su mercado de madera del siglo XV y por ser visitado por muchos reyes, incluido Napoleón. Vale la pena el viaje hasta allá.

Eddy Roque

 

En verano es rico pasear de tarde por las riberas del Sena, por el centro de la ciudad y por Jussieu, donde siempre hay picnics y donde gente de todos lados se mezcla. Incluso hay una especie de anfiteatro donde ponen música latina, y el público baila y bebe sin ningún problema.

Chloé Constant

 

En Pigalle, el barrio rosa de la ciudad, se encuentra el Musée de l’Erotisme, un museo de siete pisos con documentos, videos, arte popular, fotos y mucho más, que ilustran de forma seria pero entretenida la historia del erotismo. Muy interesante.   

Carlos Hurtado de Mendoza

h1

Palabras Mayores. «Carnaval»

abril 28, 2010

 

Asamblea portátil (Editorial Casatomada, 2009) es un libro lleno de sorpresas e historias extraordinarias que se conectan fácilmente con nuestras vivencias y emociones. Una de estas historias es “Carnaval”, de la escritora uruguaya Fernanda Trias, un relato tierno e inteligente que estamos seguros te encantará.

Por Fernanda Trías

A mi hermano le asustan los cabezudos. Yo trato de explicarle que son sólo hombres disfrazados, pero él no me cree o no me quiere escuchar. “Son sólo hom…”, empiezo a decir, pero él ya está llorando y tapándose los oídos. A mí me gusta el carnaval, sobre todo por el papel picado. Mi abuela siempre me compra una bolsa grande y yo meto el brazo adentro, porque es suave y no pesa nada. Los pomos no me gustan. La abuela dice que no es bueno mojar a la gente en la calle, dice que hay mucho loco suelto y que alguno puede salirte con un domingo siete. A mi hermano, en cambio, le gustan las bombas de agua. Las hace tan grandes que a veces le explotan en la mano y se moja todo. Igual, él no es valiente. Tira las bombas por el balcón y después se esconde, por miedo al domingo siete. A veces la gente nos toca el timbre, tocan varios timbrazos porque lo vieron y saben que fue él, pero en casa nadie responde y al final la gente se cansa de tocar.

A mí no me gusta mojarme. No me gusta que el vestido se me pegue a las piernas y se estire tanto que después quede todo deformado y haya que regalárselo a los pobres. Mi hermano tiene prohibido mojarme; sabe que no me gusta, y que si lo hace lo agarro de los pelos. «Mirá que te agarro de los pelos», le digo, y él no se anima. Además, hoy me puse las sandalias nuevas que me regaló la abuela. Son de una marca que ahora no me acuerdo, pero todo el mundo dice que si usás esa marca nunca te duelen los pies. A mí me parecen lindísimas, son blancas y tienen unos agujeritos en la punta. Por eso no quiero que me las mojen, porque el agua se cuela por los agujeritos y se te mojan los escarpines, y después también se te mojan los pies.

A mi madre le dan miedo las caretas. Cuando estamos en casa con las caretas puestas nos dice que nos saquemos eso. “¡Sáquense esas caretas, me hacen el favor!”, grita. Como mi hermano, ella tampoco se da cuenta de que somos nosotros disfrazados. Por suerte papá nos defiende. Dice: “Dejalos, Norma, dejá quietos a los chiquilines. ¿No ves que es carnaval?”. Norma es mi madre, pero el nombre completo es Norma Sofía. “Me impresionan horrible”, dice ella, pero al final nos deja. Para mí las caretas son lindas; yo tengo una de la Mujer Maravilla y mi hermano una del Hombre Araña. Lo que tienen las caretas es que después de un rato ya están mojadas por dentro; se mojan al hablar y con la respiración, porque no tienen boca ni nariz. Ojos sí tienen, y hasta puedo sacar las pestañas por los agujeros para que parezcan más reales. Yo no entiendo por qué no les hacen una rendijita en la boca. ¿Qué les cuesta? Pero todas son así…

A veces mi abuela Gloria, la madre de mi padre, dice que mamá tiene un corso a contramano. A papá no le gusta que la abuela diga eso y la hace callar: “Mamá, ya hablamos, ¿no? ¿Qué te dije yo?”. La abuela se calla, pero hace una mueca fea, aprieta los labios y hace girar los ojos hasta que le quedan en blanco. Yo sé que no conviene hacer eso porque si te soplan los ojos justo en ese momento, te podés quedar ciego. Una vez se lo dije, pero ella lo hace igual y parece muy fea. Bueno, está bien, a mí no me gusta mucho la abuela Gloria. Prefiero a la abuela Perla, que no se llama así, pero así le decimos y ni me acuerdo cómo se llama de verdad. La abuela Perla es la del papel picado, las sandalias nuevas y el domingo siete. También es la abuela de las croquetas, porque hace unas croquetas de carne que no puedo parar de comer aunque no tenga hambre y aunque después me duela la barriga. La abuela Gloria, en cambio, cuando hace regalos, no me gustan. Por ejemplo, el otro día me regaló una careta de Minnie. Minnie no está mal, me gusta, pero la careta era de cartón, y eso sí que no me gusta nada, porque las caretas de cartón se doblan y te hacen una cara rarísima. Así es siempre con la abuela Gloria, compra regalos, no pregunta nada, y después hay que agradecerle con un beso… aunque no te guste.

A veces mamá y papá salen sin nosotros. Nos dejan con la abuela Gloria o la abuela Perla, y a veces también con Blanca, la señora que limpia. Cuando salen solos, mamá demora mucho en aprontarse. Papá la espera mirando la tele y a veces se engancha con un programa y después no quiere salir. Mamá nunca se pinta, pero cuando salen solos, a veces se pinta. Se pone sombra, rimel, colorete y lápiz de labio rosado. Yo la miro mientras se pinta frente al espejo. A mí me gusta cómo le queda, pero a papá no, y a veces le dice que parece una mascarita y que así no salen. Mamá llora cuando pasa eso y después se encierra en el baño un rato largo, sin hablar ni bañarse ni nada, y aunque nosotros tengamos que hacer nuestras necesidades, ella no nos abre.

Una vez íbamos a tener un hermanito y a último momento él no quiso venir. En casa lo estábamos esperando con Blanca y mi otro hermano, el que se asusta de los cabezudos. Habíamos hecho un cartel con letras de colores que decía “Bienvenido” y lo habíamos colgado en el living con unos globos en las puntas. También había cantidad de regalos para el hermanito nuevo, regalos que le había mandado otra gente. Nosotros esperábamos con Blanca, porque mamá, papá y las abuelas habían ido al hospital a buscarlo y nosotros no cabíamos en el auto. Pero después papá volvió solo, sin mamá ni nadie; volvió enojado y arrancó el cartel, reventó los globos y dijo que el hermanito no venía nada y que limpiáramos todo. Blanca se agarró la cara con las dos manos y dijo “Ay, Jesús Santo”, y enseguida se paró y empezó a barrer los globos pinchados. Mi hermano, que en realidad se llama Jorge, se puso a llorar porque papá no le había dejado pinchar los globos, y eso es algo que a él le gusta mucho. Yo quería saber qué íbamos a hacer ahora con todos los regalos, si podíamos quedárnoslos nosotros, pero papá no me contestó y al ratito se fue.

Cuando mamá llegó del hospital, no dijo ni hola y se fue a acostar. Estuvo en la cama muchos días, llorando. Ahí es cuando empezó a llorar, porque antes no lloraba nunca. A veces decía “¿por qué se fue él y no yo?”, pero la verdad es que yo prefería que se hubiese ido él, porque yo a él no lo conocía y no me habría gustado nada que se fuera mi mamá. Al final no nos dejaron quedarnos con los regalos. Los metimos todos en una caja grande, algunos todavía sin abrir, y cuando le pregunté a papá qué iba a hacer con ellos, me dijo que de todos modos se los iba a mandar al hermanito. Yo no estuve muy de acuerdo, porque si él no quiso venir, ¿para qué le iban a dar regalos?

Hoy estoy contenta porque es el carnaval de niños en 18 de Julio. Estamos esperando que la abuela Perla nos pase a buscar; vamos a ir temprano porque ella no puede estar parada mucho tiempo y tenemos que reservar silla. Jorgito tiene el pomo lleno, pero de a poquito se está tomando toda el agua y seguro que al llegar al desfile va a tener que buscar una canilla. Espero que esta vez no llore cuando vengan los cabezudos. Él dice que no, que este año ya está grande y que no le asustan, pero yo no le creo y estoy segura de que va a llorar como siempre. Hoy no llevo la careta de la Mujer Maravilla; tengo miedo de que me la roben y además la abuela me prometió que me compraba una distinta. Estoy pensando cuál quiero, si la del Oso Yogui o la de Vilma Picapiedra, pero si no me gusta ninguna igual me compro otra de la Mujer Maravilla, porque no me molesta tener dos.

Mamá y papá no vienen al desfile. Mamá no se siente bien y está en la cama, y papá se fue ayer de noche a la casa de la abuela Gloria y todavía no volvió. Antes de irse, me dijo que podíamos usar las caretas adentro de la casa todo lo que quisiéramos. Yo le pregunté qué pasaba si mamá se enojaba y él dijo: “Nada. Si mamá se enoja, ustedes no le hacen caso”. Después levantó a Jorgito en brazos y le dijo: “Y este año usted no me llora con los cabezudos. ¿Prometido, campeón?”. Jorgito prometió. Pero eso está por verse…

h1

La vida aérea de unos pocos

abril 28, 2010

Por Daniel Goya

El hombre era incapaz de volar y es por eso que hoy puede. El desafío de lo imposible, de lo prohibido, de lo negado es lo que mueve a la humanidad. Conseguir lo que otros no logran es siempre la meta. Volar es ver el mundo con los ojos de un dios, es serle infiel a la gravedad y sonreírle desde lo más alto, es burlarse de las reglas y así ser un poco más libres. Volar, sin duda, es un acto de rebeldía.

Me estoy colocando el casco y todavía me pregunto si funcionará, si me convertiré en una de esas personas que siempre he visto desde abajo. Llenas de colores y diminutas, que recorren el cielo limeño como si fueran los dueños de todo. Llevo una indumentaria que invitaría a pensar que soy miembro de un escuadrón antiterrorista a punto de entrar en una misión, pero es en realidad el equipo habitual para todo aquel que va a volar en parapente.

“Cuando te diga, corres y cuando se acabe el camino levantas las piernas”, me dice el piloto a quien le he confiado mi vida. Para empezar a volar en parapente es necesario arrojarse al vacío y esperar que la física haga su trabajo, por eso volar demanda más confianza que valentía.
Llegó el momento. Corro muy rápido, como si supiera lo que va a pasar. Puedo ver el mar y el vacío a unos metros, me dejo llevar y levanto las piernas. Por un segundo creo que estoy loco, que me despertaré de un sueño cayéndome de mi cama, que no lo lograré. Pero antes de que termine de completar cualquier idea siento cómo me elevo y empiezo a volar por primera vez.

GENTE VOLADORA
En Miraflores, concretamente en el parque Ricardo Palma, a solo unos metros del Parque del Amor, tienen su refugio cerca de 20 hombres que vuelan y viven del vuelo. Son parapentistas, amigos del aire, pilotos de sueños, conductores que no conocen el tráfico ni el caos. Porque desde el cielo todo es mejor.
Max León es uno de esos parapentistas. Se enteró de esta actividad por televisión, hace casi 20 años. “Me quedé maravillado por lo que vi y decidí aprender. La primera vez que volé fue en Arequipa y fue tal mi sensación y euforia que no pude dormir en la noche. Desde esa vez, hay ocasiones en las que sueño que vuelo”.
León vive de volar. Es instructor de parapente y realiza vuelos tándem, los que se hacen con una persona más, y realiza tours alrededor del Perú con turistas que además de conocer las maravillas del Cusco, Ayacucho y Huancayo, también quieren sobrevolar sus cielos.

Los pilotos del parque Ricardo Palma son en muchos casos profesionales que dejaron sus trabajos de oficina con saco y corbata, para dedicarse exclusivamente al negocio que puede dar el parapente. Max León me comenta que cada piloto hace en promedio entre 10 y 14 vuelos diarios y la tarifa por cada vuelo es de 150 soles. Saquen su cuenta.
El principal público que llega al parque en busca de un paseo por el cielo de Lima es extranjero. Son muy pocos los nacionales que se animan a pagar la tarifa y convertirse en turistas se su propio firmamento. “De cada 10 pasajeros, 9 son turistas, por eso los pilotos hablamos inglés, para poder comunicarnos con ellos”, cuenta Max.

FLOTAR Y HACER FOTOS
Cuando un amigo parapentista invitó a volar a la fotógrafa Evelyn Merino-Reyna, le hizo una propuesta que cambiaría para siempre su vida: “si quieres trae tu cámara, la amarras fuerte y listo”, le dijo. Evelyn aceptó con algo de miedo por la posibilidad de que su cámara caiga y se parta en mil pedazos. Pero eso no sucedió y a partir de ese día la fotógrafa descubrió un nuevo universo por registrar.
“Es una sensación maravillosa, flotar y hacer fotos. Es un mundo nuevo, paralelo. Cambia muchísimo todo desde arriba, todo se ve lindo, armonioso, inclusive el caos se ve organizado. Pienso que la perspectiva aérea hace que veas la ciudad como un lugar nuevo, hace que prestes atención a lo cotidiano y a lo común, ya que todo vuelve a ser novedoso”, explica Evelyn.

Un parapente viaja a la velocidad promedio de 50 kilómetros por hora. Con esa rapidez de movimiento la fotografía se torna más instintiva que analítica. No hay mucho tiempo para pensar y ensayar una idea. El resultado casi siempre es una sorpresa.

“Es lo increíble de volar, que desaparecen por completo las ideas. Estás tan ido en lo que ves, que no tienes tiempo de analizar nada, ni siquiera de pensar. El análisis recién comienza cuando descargo las imágenes en la computadora y me pongo a verlas. Recién allí las estudio y surgen las ideas”, comenta la fotógrafa voladora.

Evelyn Merino-Reyna se ha topado con cosas curiosas, propias de alguien que espía desde solo metros a una ventana del piso 20 de un edificio. Desde gente que la miraba con sorpresa hasta personas desnudas que no pensaban que alguien podría verlas. Y tantas experiencias y fotos y miradas, y sorpresas y vistas e ideas no podían quedarse solo en un archivo de computadora. Por eso Evelyn está preparando un libro para mostrar a los limeños cómo se ve su ciudad desde arriba.

“Es un ensayo de fotografías aéreas que lleva más de 4 años y probablemente continúe siempre. Se ha convertido en un vicio sano. Lo estoy preparando para este año y espero que pueda enseñar la ciudad desde una nueva e interesante perspectiva”.

Mis piernas cuelgan. Todo se ve muy pequeño. Paso entre los edificios y puedo ver las calles como nunca imaginé. Quiero verlo todo, recordar cada sensación, cada instante en mi memoria. Estoy volando, pero no hay tiempo para ponerme a pensar en eso, quiero disfrutarlo simplemente. Vuelo encima del mar, encima de la costa verde, encima de todo. Soy yo quien está arriba, me elevo y viajo como el hombre soñó desde que vio por primera vez un ave.

Tras el aterrizaje siento que necesito ordenar mis ideas, mis emociones. Debo recuperar el control, porque volar es la libertad extrema, la rebeldía desafiante. Es tener el mundo a tus pies por unos minutos. Y para que eso no te raye, debes pisar tierra.

h1

Por mi gran culpa: «Mudanza sentimental»

marzo 26, 2010

Por: Renato Cisneros
Ilustración: Robotv

Dentro de un mes he de mudarme solo. Por fin. Quiero decir, ¿por fin? O sea, ¿en realidad me alegra y me dejar la confortable casa de mi mamá, en la que he pasado los 33 años que llevo de vida? ¿Hablo en serio cuando digo, con vozarrón de adulto hecho y derecho, que ya es hora de romper el cordón umbilical?

Cada vez que alguien me pregunta cuándo me mudo o cómo van los avances de mi departamento, suelo poner cara larga de muchacho autosuficiente, y me deshago en comentarios superados del tipo “menos mal que ya lo están terminando, porque no veo la hora de quitarme”. Leída con detenimiento, esa última frase esconde una verdad: no veo la hora de quitarme, porque no quiero verla.

Bien en el fondo, por mucho que me ilusione tener un espacio más grande y más privado; por mucho que a esta edad me corresponda socialmente irme con mis chivas a otra parte y vivir bajo paredes levantadas con mi sudor y mi dinero, no se me antoja desocupar el refugio materno.

Hacerlo ahorita –o sea dentro de un mes– me reportaría la incómoda sensación de estar actuando precipitadamente. Y si alguna lección he aprendido en todos estos años, es que no me va nada bien cuando me adelanto a los hechos.

Mi nacimiento es una irrefutable prueba de eso. Salí de la panza de mi mamá a los siete meses. Me adelanté. Los médicos inventaron una urgencia y me robaron dos meses –sesenta días y sesenta noches– de aquella calidez de placenta que me correspondía, y hasta donde sé nadie se ha hecho responsable de asumir la deuda psicológica que me dejó tan brutal desalojo. Así que nadie me apure ahora, porque tengo derecho a demorar mi salida lo que se me canten las pelotas.

Lo digo pensando en mi sobrina Adriana, que a sus once años anda jorobándome desde hace meses con que ya es hora de que cambie de domicilio. “¿No te da vergüenza seguir aquí, tío?”, me reta la enana, mirándome como si fuese un alacrán. Lo que ella quiere, obvio, es heredar mi cuarto para montar allí su centro de operaciones y convertirlo en un odioso museo que rinda tributo a la insufrible flacucha de Hannah Montana y a los indeseables revejidos de los Jonas Brothers. Cuando escucho los terribles planes de rediseño que ella tiene para con mi habitación, me dan más ganas de atrincherarme.

Por razones domésticas como esas es que me importa un pepino que mi edificio no se termine de construir todavía. El resto de propietarios están desesperados, puespromesas incumplidas– le den el mismo energúmeno trato que los indignados ciudadanos de Ilave le procuraron hace años a su alcalde, al que redujeron a palos en medio de la plaza de armas del pueblo.

En lo que a mí respecta, pues no me hago paltas. Cada vez que paso frente al edificio que será mi próxima morada, me río al ver que las obras no avanzan ni una pulgada. Levanto la mirada y siempre diviso al mismo par de desconcertados albañiles que, al acusar recibo de mi presencia, se desperezan atarantados y comienzan a lanzarse un ladrillo como para hacer la finta de lo mucho que trabajan.

Algo me dice que los dos se pasan todo el santo día rascándose la ingle y durmiendo sobre las bolsas de cemento. Algo me dice que, solo ante la repentina aparición de alguno de los futuros propietarios, brincan, se ajustan el casco, cogen una espátula o un cincel y fingen los quehaceres propios de la albañilería.

A riesgo de ganarme el anticipado odio de mis vecinos por mi falta de solidaridad, confieso aquí que me da lo mismo si esos obreros haraganes se demoran o se apuran. Yo ando tranquilo y relajado como estoy. Y si no lo he dicho con suficiente claridad hasta este párrafo, pues aquí va mi mensaje: no–quiero–irme–de–mi–casa. Se acabó. La mudanza, antes que inflado del orgullo, me va a dejar turulato de la pena.

h1

Reportaje: «Muuy interesante»

marzo 26, 2010

Por: Daniela Cánovas
Ilustración: Joss Alcázar

Una buena idea puede evolucionar hasta convertirse en algo inimaginable. Éste es el caso del Cow Parade, la muestra de arte público más grande y divertida del mundo. Un fenómeno vacuno que silenciosamente –y sin previo aviso- se introdujo en el día a día de una sociedad. En la vida y en los corazones de millones de personas, y que ahora llegará a nuestra capital para capturar nuestra atención. Muucho ojo.

MUUSEO EN LA CALLE
Hace algunos años al director creativo suizo Walter Snapp se le ocurrió promocionar la actividad de los productores de leche en su país llenando -de la noche a la mañana- los distritos más transitados de la ciudad de Zurich con coloridas estatuas de vacas, pintadas con los pinceles de aquellos artistas locales que desearan unirse a la causa. Fue así cómo se originó el concepto del Cow Parade. Pero ahí no acababa la cosa. Walter tenía un hijo escultor, Pascal Snapp, a quien le pidió diseñar en fibra de vidrio el primer modelo de vaca que se utilizaría como lienzo. El joven rápidamente se entusiasmó con el proyecto. Trabajó en su taller durante 5 semanas y después de muchas modificaciones y cerca de 2 toneladas de pasta para modelar, logró esculpir un fornido animal de pie, tamaño natural y con la cabeza hacia el frente que poseía las superficies, ángulos y curvas necesarias para desafiar e inspirar a los artistas.

La obra gustó tanto entre los patrocinadores del evento que se aprobó rápidamente la producción del molde que permitiría hacer casi 800 copias de la estatua. Un año después, en 1997, Pascal crearía dos modelos de vacas adicionales: pastando y descansando.

Finalmente en 1998, cuando todo estuvo listo, se llevó a cabo la anhelada muestra callejera “Tierra a la vista – camino a Zurich” tomando por sorpresa a todos los ciudadanos, y atrayendo a miles de turistas. La buena idea se convirtió en alucinante realidad y poco después ya estaba dando vueltas alrededor del mundo.

MUUCHO POR PASTAR
Por esas casualidades de la vida uno de los visitantes a aquella primera muestra fue Meter Hanig, empresario de Chicago. Tal fue su entusiasmo que, con la visión de ver rebaños pintados a lo largo de la famosa Michigan Ave. de Chicago, se asoció con el abogado Jerry Elabaum y adquirieron los derechos del evento. Ambos fueron los pioneros de este fenómeno internacional empezando con el desembarco en 1999 de las estatuas a USA, y luego gracias al éxito obtenido, con el traslado de las mismas a Londres.

Desde entonces, el ganado de estos visionarios ha servido de inspiración a más de 10 mil artistas en 70 ciudades de 30 países, acortando distancias entre la gente y el arte, contando con la participación voluntaria de personajes como Elton John, Ringo Starr u Oprah Winfrey; y lo más importante: recaudando, gracias a la subasta de 5 mil vacas, US$25 millones para fines benéficos. ¿Increíble, verdad?

Algunas de las ciudades donde ha llegado el CowParade son: Tokio, Madrid, Estambul, Milán, Sao Pablo, París, Buenos Aires, Dublin, Mónaco, Nueva York, Praga, Atenas, Bruselas, Sydney, Estocolmo… y ahora, es el turno de Lima.

MUUY PRONTO
Como era de esperarse, nuestra ciudad no podía quedarse atrás. A partir de la primera semana de noviembre Lima dispondrá sus calles, diversos centros comerciales, y hasta su cielo grisáceo (a algunas vaquitas les gusta volar en parapente) para que todos sus curiosos habitantes podamos disfrutar de la creatividad y talento plasmado en las obras.

La iniciativa de traer la exposición al Perú fue del GPO Vallas. Empresa que posee la licencia exclusiva para realizar la muestra en los 10 países donde opera. Además, el evento cuenta con el apoyo de la Municipalidad de Lima, que permitirá colocar las esculturas en los distritos de Miraflores (Parques: Salazar, del Amor, Raimondi y Kennedy), Lima Centro (Plaza de Armas y Pasaje de los Escribanos), Pueblo Libre (Parque Central), Surco (Jockey Plaza) y Barranco (Parque Saenz Peña y Pasaje Chabuca Granda).

MUUCHAS VACAS
La importante tarea de fabricar las 85 estatuas en Lima fue encomendada a Marcelo Wong, reconocido escultor de 31 años que elaboró los 2 moldes de las vacas escogidas para esta muestra y quien además, para cumplir con la tarea, tuvo que habilitar un segundo taller y capacitar a un equipo de 15 ayudantes. “En 1999 viajé a Chicago, justo el mismo año en que se hizo el Cow Parade por primera vez. Estaba caminando en la av. Michigan y en eso me topé con una vaca, luego con dos, tres, cuatro… Me pareció alucinante. Se presentaron muchísimos artistas y la ciudad era una fiesta”, recuerda Wong, que entonces pensó que “sería genial que lo hagan en Lima, y mejor aún, que me den una vaca. Quien diría que 10 años después me contactarían para hacer las vacas”. Fiel a su estilo, Wong presentará una vaca gorda representando a cupido en color rojo intenso, la misma que formará también parte de la subasta final.

MUUCHOS CREATIVOS
Por el momento, es imposible dar una cifra exacta de cuántos participantes tendrá este mega evento, pero lo que sí se puede adelantar es que los dibujos plasmados en los lienzos reflejarán el espíritu multicultural de nuestra ciudad.
Por eso, tanto las celebrities y artistas plásticos consagrados invitados (como Carlos Revilla, Gerardo Chávez, Eduardo Tokeshi, Pablo Patrucco, “Cuco” Morales, Christian Bendayán, Silvia Westphalen, entre otros), como los estudiantes de arte, diseñadores o aficionados que participaron en la convocatoria, han preparado sus bocetos haciendo referencia a las diferentes culturas y tradiciones del Perú. El Comité de CowParade Internacional estuvo a cargo de la selección.

Ahora, la gran pregunta es: ¿dónde van a pintar tal cantidad de vacas sin que nadie las vea antes del día inaugural? Pues, se ha implementado un “Hospital de Vacas” en las instalaciones del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), para que los artistas que no cuenten con un taller puedan hacerlo ahí. Sin embargo, la mayoría ha optado por trabajar en la intimidad de sus hogares con la pintura que los organizadores le proporcionarán a cada participante.

¿Y las celebridades? Pues te contamos que además de los artistas antes mencionados, participarán también personajes como Gianmarco, Raúl Romero, Carlos Galdós, Damaris, Beto Ortiz, Christian Meier, Sandra Plevisani, Bruno Pinasco y Dina Páucar. Todos ellos recibirán asesoría constante y participarán de una jornada de capacitación sobre la técnica para pintar sobre la fibra de vidrio.

MUUCHO CUIDADO
Por otro lado, debido a que durante la muestra las obras estarán a la intemperie, el “Hospital de Vacas” tendrá un equipo médico que pondrá a disposición una “a-muu-lancia” permanente para trasladar las vaquitas al recinto en caso sufran lesiones. De esta forma se mantendrán saludables durante la exposición y para la subasta final.

h1

Atractivos Ocultos: «El otro lado de Madrid»

marzo 26, 2010

Por: Mary Eliana García Calderón

Madrid tiene el encanto de un atardecer constante, donde su melancólica combinación de historia y modernidad te invita a recorrer sus calles a pie, obligándote al contagio de esa pasión con que se habla y se vive. Quizá ahí radica la magia, en ese contraste del pasado señorial y su efusiva necesidad de ser joven a la vez.

La capital del mundo”, como la inmortalizara Ernest Hemingway, debe ser “vivida” de muchas maneras… empezando con un buen almuerzo.

El cuchillo también, por favor
La comida mediterránea es una excelente alternativa. Si te gustó, puedes pedir más para llevar. ¿Te gustó el mantel? Te lo llevas. Y ¿qué hay del refrigerador o aquel bodegón para vinos? Todo, absolutamente todo está en venta. En Bandeja es un peculiar concepto de restaurant y anticuario donde puedes disfrutar de la sazón española y adquirir los diversos objetos que están en exposición, incluyendo el inmobiliario utilizado. Pero ahí no queda todo, el público también puede vender sus objetos. No es raro encontrar a gente famosa cenando y luego llevándose el comedor y los armarios con todo su contenido. Así que no esperes encontrar la misma decoración en tu próxima visita.
Dirección: La Granja, 104. Polígono industrial de Alcobedas.

Un paseo tranquilo…
Para digerir el almuerzo, no hay nada como un paseo que incluya esculturas descabezadas, tumbas rotas, y plantas rebeldes (no es la descripción del video Thriller de Michael Jackson). Este singular panorama se trata del Cementerio Británico de Carabanchel, uno de los menos conocidos en Madrid. Con más de un siglo de antigüedad, fue creado para sepultar a todos los extranjeros no católicos. La arquitectura y las estatuas son un panorama bizarro y oscuramente hermoso, en especial para los amantes de la fotografía.
Dirección: Calle del Comandante Fontanes esquina con la Calle Inglaterra, en el Barrio Carabanchel.

¿Necesitas más?, toma el metro lo antes posible y llega al Cementerio de la Almudena donde según la leyenda, podrás cruzarte con soldados, estudiantes y otras almas de los fusilados por la dictadura franquista. Ellos se dan cita todas las noches entre las tumbas más lúgubres para conservar la paz alcanzada después de la guerra civil española. Presta atención a su arquitectura y podrás ir en paz para continuar con tu viaje.
Dirección: Barrio de ventas

Don diablo
Continúa el paseo y las emociones hasta los jardines del Buen retiro y aprecia con cuidado la pileta ubicada a 666 metros de altura sobre el nivel del mar. Representa a Lucifer y acompañado de pequeños diablillos que sujetan a lagartos, delfines, entre otros. Pero no te asustes, no queremos que te excomulguen o vayas en picada al verano eterno. Todo lo contrario, esta Pileta obra del escultor madrileño Ricardo Bellver, representa al ángel expulsado del cielo que se apoya sobre unas rocas mientras una gran serpiente se enrosca alrededor de su cuerpo. Saca tu rosario y disfruta de esta obra de arte única en el mundo que cada año atrae a esotéricos y curiosos que dejan volar su imaginación.

Para el descanso
En Madrid es importante elegir bien el lugar de descanso. Si ya vas por los 30 años de edad y sientes que se te está pasando el tren, existe un lugar perfecto para ti: Villa Single. Un hotel solo para solteros con áreas verdes, piscinas y una serie de actividades sociales y recreativas como juegos, deportes…todo para que conozcas a tu media naranja. Esta villa es muy famosa y está considerada como una de las mejores alternativas para despedirse de la cama de una plaza.
Contacto: http://www.villasingle.com

Lectura al aire libre
Luego de un placentero descanso, nada como una caminata llena de sorpresas por el Paseo del Prado. Entre ellas: “La Feria del libro antiguo y de ocasión”. Desde 1925 y con unos 30 stands ubicados muy cerca al parque Retiro, los libreros de la Cuesta de Moyano tienen el libro que andas buscando, y si no te decides, pueden recomendarte diversas opciones.
Dirección: Paseo del Prado.

El ratón que todos quieren
Y ya que los libros nos envolvieron en historias y aventuras, cómo no recordar cuando de niños esperábamos con ansias a que se nos cayera un diente para dejarlo bajo la almohada y esperar que el ratón de los dientes nos dejara una buena propina. Este singular personaje tiene su museo y está basado en el cuento “El Ratón Pérez” escrito por Luis Coloma, un sacerdote Jesuita. EL cuento fue hecho para el Rey niño Alfonso XIII cuando se le cayó uno de sus dientes de leche. La Casa museo está ubicada en el mismo lugar que el cuento menciona.
Dirección: Calle Arenal 8 – 1º local 15 – 16, 28013, Madrid.

De cuevas y vinos
Si lo que deseas ahora ir fuera de la ciudad, en la localidad del Molar existen unas 700 cavas, que son nada menos que cuevas que los árabes excavaron en las rocas de los cerros La Torreta, Majarromero y El Cabezo para conservar el vino en excelentes condiciones. Algunas de estas cuevas llegan a medir hasta 50 metros y sus paredes se encuentran preparadas para colocar las tinajas con vino. En la actualidad, son cede de restaurantes y bares de moda.
Dirección: Kilometro 45 de la Carretera de Burgos.

Como ves, se acabaron las excusas para repetir las historias, recorrer los mismos caminos, y capturar las mismas fotos que el resto de viajeros. Recarga tu energía para el siguiente viaje y prepárate para vivir el otro lado de Madrid.

Y TÚ, ¿QUÉ RECOMIENDAS?

Madrid tenebroso
Desde la Plaza Mayor, parte un tour teatralizado que se llama “Madrid Tenebroso”. En el recorrido, visitas casas antiguas, cementerios y conoces la ruta de los crímenes que hicieron historia.
Enviado por: Carlos Mendivil

¡Qué tal posada!
La Posada del Peine es la más antigua en la capital. Es un lugar que antiguamente tenía pasadizos secretos, y hoy sus habitaciones tienen una exquisita decoración.
Enviado por: Diego Rengifo

La abuela rockera
En la calle de Peña Gorbea está el monumento a la abuela rockera, una mujer que a sus 93 años seguía transmitiendo su espíritu rockero. Tras su muerte, le construyeron esta curiosa estatua.
Enviado por: Rebeca Muñoz

h1

Por mi gran culpa: «Mi radio cumbia»

marzo 26, 2010

Por: Renato Cisneros
Ilustración: Robotv

En mi mesa de noche descansa desde hace años un viejo minicomponente Panasonic que de mini no tiene nada. Es enorme. Pero como su doble casetera ya no tiene ninguna utilidad, y su reproductor de discos compactos es un desastre, porque hay que soplarlo varias veces antes de colocar un CD, el mastodóntico artefacto –lleno de inútiles botones y perillas– solo me sirve como una radio cualquiera.

Siempre que regreso de noche a casa cumplo el mismo ritual: entro a mi cuarto, prendo la luz, dejo el maletín en un sillón y enciendo el aparato, donde tengo cuatro estaciones programadas: Radio Capital, RPP, Oxígeno y Filarmonía. Dependiendo de mi humor, me gusta realizar las últimas tareas del día en compañía de las noticias, de algún hit ochentero o de, qué sé yo, una zarzuela. Activar el viejo Panasonic supone encontrarme únicamente con alguna de esas tres posibilidades. Bueno, suponía.

Una noche, hace un par de semanas aproximadamente, algo impensado sucedió. Volvía cansado después de un largo día de trabajo, agobiado por una migraña rebelde, entré al cuarto y al momento de prender la radio me asusté. En vez de escuchar a través de los parlantes un titular informativo, un éxito de The Cure o un concierto de piano, oí una tonada esperpéntica, chillona, tropical, que me dejó especialmente desorientado.

Se trataba ni más ni menos del vocinglero tema “Regresa a mi lado”, cuyo estribillo no era otra cosa que la súplica melosa y delirante de un sujeto sin aprecio por sí mismo que –en el colmo de la subyugación– le imploraba a su chica que lo perdonase por no sé qué estropicio del pasado y volviera con él por lo que más quiera.

Cuando, en medio de mi náusea y petrificación, pregunté en voz alta quién era capaz de cantar semejante cochinada, la propia canción me respondió: “¡Para el Perú y América, her–ma–nos Silva!”. Y cuando, segundos después, ya un poco furioso, renegué diciendo qué emisora de pacotilla era esta que se había infiltrado en mi programación, los hermanos Silva increíblemente volvieron a absolver mi duda con una arenga: “¡Onda Cero, mi radio cumbia!”.

Lo siguiente que hice después de bajar la ruedita del volumen hasta el mínimo posible fue, por supuesto, indignarme. Era obvio que alguien había transgredido mis dominios, manipulando a su antojo mi minicomponente, y –en lo que consideré un grave gesto de desparpajo– se había marchado sin tener siquiera la delicadeza de dejar las cosas como estaban. Neurótico como soy, inicié de inmediato rudas pesquisas y al cabo de un par de días logré que Vicenta, la chica que trabaja en mi casa de mucama, confesara su crimen. “Sí, joven, fui yo, discúlpeme”, me dijo, paradita bajo el dintel de la puerta de mi cuarto, con la cara enterrada en las losetas del piso que con mucho esfuerzo trapea todos los días. Su arrepentimiento, lejos de satisfacer al espíritu maniático y engreído que me llevó a amenazarla si no me decía la verdad, me ablandó por completo. La imagen de la simpática Vicenta barre-que-te-barre, contorneándose al ritmo sandunguero de la cumbia, me produjo un enorme acceso de ternura.

Es por eso que ya no solamente la disculpo cada vez que prendo el Panasonic y me encuentro a los Hermanos Yaipén y su “Lárgate”, o a Marisol y la Magia del Norte con “Canalla”, o a los divertidos Caribeños de Guadalupe (aunque ellos dicen ‘Guadalupé’, colocando una tilde imaginaria en la última letra) con el popularísimo “Yo sin tu amor”. No. Ahora hasta le he agarrado el gusto a muchas de esas letras alegres, despechadas, y no son pocas las veces en que me he sorprendido a mí mismo sacudiéndome bajo la ducha, sometiendo mis robóticas caderas al eléctrico bamboleo de la Terecumbia de Tommy Portugal.