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Atractivos Ocultos: «El otro lado de Madrid»

marzo 26, 2010

Por: Mary Eliana García Calderón

Madrid tiene el encanto de un atardecer constante, donde su melancólica combinación de historia y modernidad te invita a recorrer sus calles a pie, obligándote al contagio de esa pasión con que se habla y se vive. Quizá ahí radica la magia, en ese contraste del pasado señorial y su efusiva necesidad de ser joven a la vez.

La capital del mundo”, como la inmortalizara Ernest Hemingway, debe ser “vivida” de muchas maneras… empezando con un buen almuerzo.

El cuchillo también, por favor
La comida mediterránea es una excelente alternativa. Si te gustó, puedes pedir más para llevar. ¿Te gustó el mantel? Te lo llevas. Y ¿qué hay del refrigerador o aquel bodegón para vinos? Todo, absolutamente todo está en venta. En Bandeja es un peculiar concepto de restaurant y anticuario donde puedes disfrutar de la sazón española y adquirir los diversos objetos que están en exposición, incluyendo el inmobiliario utilizado. Pero ahí no queda todo, el público también puede vender sus objetos. No es raro encontrar a gente famosa cenando y luego llevándose el comedor y los armarios con todo su contenido. Así que no esperes encontrar la misma decoración en tu próxima visita.
Dirección: La Granja, 104. Polígono industrial de Alcobedas.

Un paseo tranquilo…
Para digerir el almuerzo, no hay nada como un paseo que incluya esculturas descabezadas, tumbas rotas, y plantas rebeldes (no es la descripción del video Thriller de Michael Jackson). Este singular panorama se trata del Cementerio Británico de Carabanchel, uno de los menos conocidos en Madrid. Con más de un siglo de antigüedad, fue creado para sepultar a todos los extranjeros no católicos. La arquitectura y las estatuas son un panorama bizarro y oscuramente hermoso, en especial para los amantes de la fotografía.
Dirección: Calle del Comandante Fontanes esquina con la Calle Inglaterra, en el Barrio Carabanchel.

¿Necesitas más?, toma el metro lo antes posible y llega al Cementerio de la Almudena donde según la leyenda, podrás cruzarte con soldados, estudiantes y otras almas de los fusilados por la dictadura franquista. Ellos se dan cita todas las noches entre las tumbas más lúgubres para conservar la paz alcanzada después de la guerra civil española. Presta atención a su arquitectura y podrás ir en paz para continuar con tu viaje.
Dirección: Barrio de ventas

Don diablo
Continúa el paseo y las emociones hasta los jardines del Buen retiro y aprecia con cuidado la pileta ubicada a 666 metros de altura sobre el nivel del mar. Representa a Lucifer y acompañado de pequeños diablillos que sujetan a lagartos, delfines, entre otros. Pero no te asustes, no queremos que te excomulguen o vayas en picada al verano eterno. Todo lo contrario, esta Pileta obra del escultor madrileño Ricardo Bellver, representa al ángel expulsado del cielo que se apoya sobre unas rocas mientras una gran serpiente se enrosca alrededor de su cuerpo. Saca tu rosario y disfruta de esta obra de arte única en el mundo que cada año atrae a esotéricos y curiosos que dejan volar su imaginación.

Para el descanso
En Madrid es importante elegir bien el lugar de descanso. Si ya vas por los 30 años de edad y sientes que se te está pasando el tren, existe un lugar perfecto para ti: Villa Single. Un hotel solo para solteros con áreas verdes, piscinas y una serie de actividades sociales y recreativas como juegos, deportes…todo para que conozcas a tu media naranja. Esta villa es muy famosa y está considerada como una de las mejores alternativas para despedirse de la cama de una plaza.
Contacto: http://www.villasingle.com

Lectura al aire libre
Luego de un placentero descanso, nada como una caminata llena de sorpresas por el Paseo del Prado. Entre ellas: “La Feria del libro antiguo y de ocasión”. Desde 1925 y con unos 30 stands ubicados muy cerca al parque Retiro, los libreros de la Cuesta de Moyano tienen el libro que andas buscando, y si no te decides, pueden recomendarte diversas opciones.
Dirección: Paseo del Prado.

El ratón que todos quieren
Y ya que los libros nos envolvieron en historias y aventuras, cómo no recordar cuando de niños esperábamos con ansias a que se nos cayera un diente para dejarlo bajo la almohada y esperar que el ratón de los dientes nos dejara una buena propina. Este singular personaje tiene su museo y está basado en el cuento “El Ratón Pérez” escrito por Luis Coloma, un sacerdote Jesuita. EL cuento fue hecho para el Rey niño Alfonso XIII cuando se le cayó uno de sus dientes de leche. La Casa museo está ubicada en el mismo lugar que el cuento menciona.
Dirección: Calle Arenal 8 – 1º local 15 – 16, 28013, Madrid.

De cuevas y vinos
Si lo que deseas ahora ir fuera de la ciudad, en la localidad del Molar existen unas 700 cavas, que son nada menos que cuevas que los árabes excavaron en las rocas de los cerros La Torreta, Majarromero y El Cabezo para conservar el vino en excelentes condiciones. Algunas de estas cuevas llegan a medir hasta 50 metros y sus paredes se encuentran preparadas para colocar las tinajas con vino. En la actualidad, son cede de restaurantes y bares de moda.
Dirección: Kilometro 45 de la Carretera de Burgos.

Como ves, se acabaron las excusas para repetir las historias, recorrer los mismos caminos, y capturar las mismas fotos que el resto de viajeros. Recarga tu energía para el siguiente viaje y prepárate para vivir el otro lado de Madrid.

Y TÚ, ¿QUÉ RECOMIENDAS?

Madrid tenebroso
Desde la Plaza Mayor, parte un tour teatralizado que se llama “Madrid Tenebroso”. En el recorrido, visitas casas antiguas, cementerios y conoces la ruta de los crímenes que hicieron historia.
Enviado por: Carlos Mendivil

¡Qué tal posada!
La Posada del Peine es la más antigua en la capital. Es un lugar que antiguamente tenía pasadizos secretos, y hoy sus habitaciones tienen una exquisita decoración.
Enviado por: Diego Rengifo

La abuela rockera
En la calle de Peña Gorbea está el monumento a la abuela rockera, una mujer que a sus 93 años seguía transmitiendo su espíritu rockero. Tras su muerte, le construyeron esta curiosa estatua.
Enviado por: Rebeca Muñoz

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