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Por mi gran culpa. «Suéltame Facebook»

abril 28, 2010

Por: Renato Cisneros

Ilustración: Robotv

Tengo un amigo que últimamente anda muy tocado de los nervios. Le he escuchado hablar de sus desventuras sentimentales, de sus líos con amigos, de sus constantes inseguridades, y he llegado a la conclusión de que la culpa de todas sus desgracias la tiene el Facebook (FB).

Por eso, para poner en alerta a otros sujetillos como él, que depositan demasiadas expectativas en lo que esa red social puede ofrecerles, aquí les extiendo un decálogo de las cosas que habría que evitar mientras uno navega en esa página transgresora de libertades que, para mi gusto, solo ha beneficiado a una sola persona: su inventor.

1. No confundas amigos con contactos. A menudo escucho a gente más o menos respetable, más o menos inteligente ufanarse de los cientos de “amigos” que tiene en el FB, porque eso, supongo, los ubica dentro del rango de la gente popular. Según ellos, tener menos de novecientos amiguitos registrados está, vamos, como mal visto. Cuando escucho idioteces como esa, me provoca coger de las orejas a la persona que las dice y, furioso, hacerle unas cuantas preguntas: “¿cuántos de esos cientos de amigotes virtuales crees que acudirán a tu casa a darte un abrazo si mañana se muere tu vieja?; ¿cuántos te prestarían dinero o te contratarían si te quedaras intempestivamente sin trabajo?; ¿cuántos saben dónde vives, cómo se llama tu mamá, qué alergias tienes?”

2. No creas que las chicas que te hacen una “invitación de amistad” lo hacen porque quieren acostarse contigo. Si piensas eso, estás, definitivamente, evacuando lejos del inodoro. Nada más falso. Las chicas del FB te agregan simplemente porque quieren incrementar su número de contactos, o porque están aburridas, o –en el mejor de los casos– porque les caes bien. Solo eso. No te hagas el interesante con una chica que te invita a su FB, porque terminarás haciendo el ridículo. Y no olvides algo: hoy en día, si una chica quiere cachondeo, no te preocupes, te lo hará saber.

3. Si invitaste a una chica y después de tres días no te ha aceptado, no pienses que, tal vez, quizá, no recibió bien el mensaje. Otro yerro garrafal de los desesperaditos megalómanos del FB. Creen que esa chica preciosa que no los admitió a lo largo de 72 horas necesita un recordatorio, una nueva invitación, o un ‘toque’. No son capaces de reconocer que es muy probable que a la chica preciosa no le interese en lo más mínimo compartir absolutamente nada contigo.   

4. No juegues con las aplicaciones más de media hora al día. Menos aún si tienes personalidad ludópata o eres dependiente, porque podrías pegarte con la computadora y luego, sin darte cuenta, te convertirías en un ‘geek’, enfermo, nerd, loco, vicioso, sin remedio. Hasta podrían botarte del trabajo por andar enchufado con el Crazy Combi, con La Granja, o por estar comentando tu propio estado cada ocho minutos, como si en el fondo a alguien le importara.

5. Evita etiquetar fotos feas de los demás. Recuerda que alguien podría pagarte con la misma moneda, y ahí si no te va a gustar. Por mucho que te ‘destagees’ y te hagas el indiferente, esa foto con tu cara torcida, con los dientes salidos, con la mueca monga en el centro de la cara, seguirá colgada y seguirá siendo apreciada por algunos visitantes. De nada servirá que hayas elegido para tu perfil la mejor de tus imágenes, de nada servirá que la  photoshopees para subrayar tu mejor ángulo. Basta con que salgas feo en una sola foto para que seas considerado por las mayorías como uno de los tantos feúcos del FB.

6. No espíes a tu ex. Nada de estar mirando las fotos de tu antigua enamorada. Te corres el riesgo de verla muy feliz junto con su novio nuevo, y eso –si andas solo y desvalido (como mi amigo)– podría, digamos, arderte y avinagrarte el desayuno. En general, no espíes a las chicas que nunca te dieron bola solo por ver si hay fotos de ellas en bikini. Ten cuidado, porque si es verdad que se pueden identificar a las personas que visitan los perfiles con frecuencia, quedarías como un idiota, maniático, ansioso. Y no importa que lo seas: la gente no tiene por qué saberlo.

7. No cuelgues fotos demasiado personales. A no ser que seas un experto en activar los filtros de seguridad de tu perfil, y sepas cómo restringir el acceso a tus amigos más íntimos, no cuelgues fotos de álbum íntimo. Y cuando digo ‘íntimo’ no me refiero a ningún orden sexual, sino a la intimidad más doméstica y personal. Considera que –por el bobo afán acumulativo que remarcábamos en el punto número 1 de este decálogo– uno tiende a aceptar a cualquier extraño como ‘amigo’, y al aceptarlo también, sin querer, dejas que ingrese al centro mismo de tu espacio vital. O sea, ¿por qué un fulano de cuyo nombre no me acuerdo y al que solo he visto tres veces en mi vida (y la tercera fue, de lejos, en una fiesta electrónica hace tres años) tiene que enterarse de cómo salió el cumpleaños de mi abuela Camincha, o de cómo estuvo el reencuentro de mis primos (que son todos unos borrachos sin nombre), o de qué tal me fue haciendo canotaje bajo el cielo con mosquitos de Lunahuaná? Es más, hasta la gente de la oficina, incluido tu jefe, podría ganarse con tu performance en esos menesteres que corresponden al orden de tu estricta privacidad. Y como se sabe, en la privacidad uno nunca está libre de protagonizar alguna que otra cochinada indeseable. 

8. No digas la verdad. No peques de transparente. Ni te las des de sincerito. Por lo menos, no en el FB. Sé consciente de que aquí nadie dice lo que piensa. Únete al juego de la hipocresía. ¿No creerás realmente que los usuarios llenan la casilla del rubro ‘Información’ sin mentir un poquito? Por ejemplo, mucha gente escribe que “busca amistad” porque no se atreve a decir que busca un choque y fuga, una relación fugaz. Con ese mismo principio, la gente diseña su perfil destacando intereses muy convenientes que no le interesan un rábano. Escriben que les fascina el deporte, advierten que son fans de Perú Runners, y te facilitan múltiples enlaces a páginas de todas las maratones del mundo, pero cuando los ves resulta que son unos gordos aplatanados y sedentarios que nunca corren. Ni caminan en el Pentagonito siquiera.

Lo mismo ocurre con las «citas preferidas»: ¿acaso crees que la gente en realidad ha leído todos esos libros? ¿acaso crees que esa es su ideología política? ¿acaso crees que saben qué diablos es ideología? Eso por no mencionar las ingeniosas definiciones que se hacen de categorías como ‘situación sentimental’ o ‘actividades favoritas’. Olvídalo, nada de lo que allí aparece es cien por ciento verdad. Todo está correctamente editado, calculado. Ni qué decir de las delirantes frases que a menudo uno pesca en el recuadro ‘algo acerca de mí’. Eso ya es demasiado. Es el festival de la mentira. Y de la mentira huachafa, para colmo.

9. No adores, no extrañes, no quieras tanto. Recuerda que en el FB todo lo que digas puede ser después utilizado en tu contra. Por eso, evita muestras o excesos de un cariño que no cabe y que, además, es expresada con una cierta onda tetuda. Algunas chicas son expertas en eso. Escriben cosas que, la verdad, asustan. Por ejemplo, es rutinario encontrar debajo de una foto comentarios plumíferos del tipo: “mi Chini, pero qué linda sales. I love you, te extraño, amiga, cuándo nos vemos”. Luego, claro, viene la réplica del otro lado. “Mi Adriii, lo máximo. Eres todo. Tú también estás regia. Sí, hay que vernos”. Después, somos víctimas del contraataque de una tercera: “Amigas, ¡las amo! Hace rato que se impone una reunión ah. No nos vemos desde la despedida de Anto. No me parece”. Cuando menos te das cuenta, ya no estás en el FB, sino en un té de tías que se arañan, que se mandan besos, y que soportan con un alto grado de estoicismo el cruel destino que la vida le había reservado a su amistad: ¡¿cómo es posible, recontra amix, que no nos veamos desde hace 48 horas?! 

10. Prepárate para el fin de los tiempos. No estoy hablando de los cataclismos del 2012, ni de los terremotos o tsunamis que nos esperan. Me refiero más bien al auténtico día del juicio final, que será, obvio, cuando el FB colapse y cierre. No hay simulacro posible para eso. Cuán abandonados se sentirán entonces los usuarios que pasaban media vida interactuando en esa página de colores azules. Imaginar tanta desolación y pesadumbre me da cosa. Qué vendrá después de eso. Cómo se conocerá la gente. ¿Se conocerá? ¿Cómo harás saber a la comunidad “qué estás pensando”? ¿Quién te devolverá tu muro? Demasiadas preguntas, demasiado ejercicio ontológico. Por ahora, estáte listo. El FB podría acabar pronto. Cuídate nomás de que no acabe contigo.

6 comentarios

  1. Es taaan cierto… Parece un pasatiempo pero está más ligado a tu vida que no podrías imaginartela sin el FB


  2. jajajaja!
    Bue, si me he vuelto experta en activar todos los filtros de facebook, y sòlo ven lo que yo quiero que vean, obvio que mis amigos, esos que siempre estaràn y han estado en las malas, tienen carta libre.
    jajaja!
    ¿Un mundo sin facebook? el colapso total..xD
    Buenismo post!


  3. Renato, ni digas sin el face no podría estar ni hablar …sería un desastre virtual!


  4. Hey buena Renato, muy acertados consejos, sobretodo el de espiar a tu ex, además que es de lo más fastidioso, ver, hola osito, te quiero, – yo más mi pitufina, besitos, ahh nadie tiene porque sabe. Ahora que el facebook, muera algun dia…. yo creo que solo se transformara


  5. Buenos consejos,aunque no soy muy amiguera, pero igual caí en las redes del FB.


  6. Cierto, algunos nos volvimos viciosos… pero quién no le da un masaje alucinado a su vanidad, alardeando de su «good life» en los dominios del FB? TODOS!!!!!!!
    Un dato te faltó: No espiar a tu potencial conquista porque al ver que entras cada 20 minutos a su muro, de hecho te elimina y peor aún… se termina, de golpe y sin anestesia, cualquier potencilidad…



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